martes, 13 de septiembre de 2016

Tetsuya Ishida


Surrealismo japonés con una cruda y amarga visión del hombre en una sociedad que lo despersonaliza, convirtiéndolo en poco más que un engranaje al servicio del consumo y la producción. Rostros inexpresivos que parecen ser siempre el mismo, con una pátina de desolación y melancolía.
Tetsuya Ishida fue un pintor japonés nacido en Yaizu, Shizuoka, en 1973, conocido por su retrato surrealista de la vida cotidiana japonesa. Se presume que se suicidó en 2005 a saltar de un tren.
Asistió a la Yaizu Central High School hasta su graduación en 1992. Ishida contó en entrevistas que fue durante este período cuando sus padres y el director lo presionaron para que tuviera un rendimiento académico lo bastante bueno como para desarrollar una carrera de química o un profesorado. Esta experiencia aparecería más tarde en sus pinturas, que exploran las expectativas sociales de los jóvenes.
Entró en la Universidad de Musashino, donde se graduó en Diseño de Comunicaciones Visuales en 1996. Los padres de Ishida, en desacuerdo con su elección de carrera, se negaron a financiarlo durante el período universitario, cosa que Ishida recordaba con humor en sus escasas entrevistas.
Ishida y el director Isamu Hirabayashi, un amigo de la universidad, formaron una compañía multimedia para trabajar juntos como colaboradores en proyectos que fusionaban cine y arte. Tras experimentar dificultades económicas durante la recesión del Japón en los '90, su empresa conjunta se convirtió en una empresa de diseño gráfico. Ishida dejó la compañía para desarrollar su carrera como artista en solitario.
Entre 1997 y 2005 fue llegando a un público cada vez mayor, realizó algunas exposiciones y recibió críticas positivas sobre su obra, lo que le permitió trabajar como artista a tiempo completo hasta su muerte, que ocurrió el 23 de mayo de 2005 en el paso a nivel de Machida, Tokyo, en circunstancias nunca suficientemente esclarecidas. Tenía 31 años.
La obra de Ishida aborda principalmente tres temas: la identidad de Japón y su rol en el mundo actual, las estructuras sociales y de educación académica, y la lucha de los japoneses para adaptarse a los cambios sociales y tecnológicos en la vida contemporánea.
Transmite aislamiento, ansiedad, crisis de identidad, escepticismo, claustrofobia y soledad. Su incursión en estos temas se realiza a través de escolares y hombres de negocios convertidos en engranajes de producción y retratando a gente joven, en su mayoría hombres, como físicamente integrados con objetos domésticos cotidianos; un lavabo, un radiador, una pila o un escritorio. Sus personajes tienen rostros que recuerdan al de Ishida. La similitud sugiere que son obras autobiográficas, pero Ishida lo negó siempre firmemente.
Ishida compartía anécdotas de sus padres expresando el desconcierto que les producía su estilo artístico y la naturaleza oscura de su obra. Su madre estaba particularmente molesta por uno de sus autorretratos que ella percibía como demasiado oscuro, pero él le aseguraba que estaba feliz, porque sentía que podía comunicarse mejor a través de su pintura de lo que lo hacía en persona. Más tarde contó que sus padres terminaron por aceptar su trabajo como parte de su personalidad y que ellos, particularmente su padre, fueron capaces de apreciar sus obras aún cuando no comprendían su arte.
Fuentes:
Nota: La propiedad intelectual de las imágenes que aparecen en este blog corresponde a sus autores y a quienes éstos las hayan cedido. El único objetivo de este sitio es divulgar el conocimiento de estos pintores, a los que admiro, y que otras personas disfruten contemplando sus obras.










































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