miércoles, 4 de enero de 2017

Lilli Hill


Es muy difícil permanecer indiferente ante una pintura de Lilli Hill. Más allá de análisis en profundidad sobre las implicaciones de su representación de la figura femenina, la fuerza visual de las obras te atrapa de inmediato. La obesidad expuesta en todo su esplendor contrarresta las habituales connotaciones negativas con gracia, levedad y una desinhibición descarada y cómplice. Lilli es ella misma en cada obra, y en cada una hay una reafirmación de un ideal estético. Al ver una de sus mujeres te pueden venir a la mente Rubens, Freud o Botero, pero la libertad de Lilli es única.
Lilli Hill nació en Abay, Kazajistan central, en 1976. Después de recibir formación privada en pintura, su primera exposición tuvo lugar en la "Casa de la Cultura", en Karagandà, capital de la provincia homónima en Kazakhstan. En 1993 se trasladó a Alemania, y entre 2003 y 2007 estudió pintura con Jürgen Storr, Artes Gráficas, Historia del Arte y Filosofía en la Universidad de Wüppertal.
«La presentación de la apariencia de las figuras (prácticamente todas ellas autorretratos mostrando una continuación, un estado poco corriente del cuerpo), se ha mejorado específicamente con el color. La encarnación (el tono de la carne) es como de porcelana, una interpretación específicamente tierna del color de la piel, y que, por tanto, coincide con un ideal tradicional de belleza. Sólo que estos están en constante cambio. Sólo muy recientemente la palidez, el ideal de Blancanieves, se ha vuelto a hacer popular, como en los grupos del Burlesque y góticos. De esta manera, las pinturas de Lilli Hill se presentan como individualizadas y especiales. Algunas imágenes de Lilli Hill inevitablemente recuerdan el desnudo reclinado de Lucian Freud "Benefits Supervisor Sleeping", pero sólo en lo que tiene que ver con el motivo, ya que la ejecución de la pintura no podría ser más diferente. Rubens tenía una pincelada distintiva y como el Freud tardío, un trazo de pincel que arrastra emoción, incluso incorporándola. En contraste, las pinturas de Lilli Hill demuestran ser contenidas, inabordables: la suave superficie aporta una distancia estética. Aquí entra en juego la perfecta ejecución pictórica. Esta es, por una parte, "ilusionista", pero manteniendo la distancia. Por otra, es un "trompe l’œil" (trampantojo), definiendo así el carácter de lo pintado como una pintura, definiendo la imagen no como vida, sino como arte. La distancia es así parte del tema, ya que declara la supuesta (e incomprendida) accesibilidad y vulnerabilidad desnudando un engaño. Las figuras son fuertes y reservadas, y solo dejan que ocurra lo que ellas quieren. Sus acciones pueden ser frívolas o descaradas, pero siempre seguras de sí mismas. Es la manifestación de la imagen de la femineidad asentada firmemente lejos de la "cocina, la iglesia y el jardín de infantes" (una especie de persona "grillo del hogar", que sólo se ocupa de sus tareas domésticas), imbuyéndola de una forma emancipada al hacer uso de las formas de presentación, lo cual es generalmente utilizado en las representaciones de la mujer como objeto erótico, creando una inusual auto-evidencia del ser una mujer.»
Fuentes:
Nota: La propiedad intelectual de las imágenes que aparecen en este blog corresponde a sus autores y a quienes éstos las hayan cedido. El único objetivo de este sitio es divulgar el conocimiento de estos pintores, a los que admiro, y que otras personas disfruten contemplando sus obras.














































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