martes, 24 de octubre de 2017

Konstantín Korovin (1861 – 1939)


Konstantín Alekséyevich Korovin nació en Moscú, el 23 de noviembre de 1861 en el seno de una familia muy vinculada con el arte, su padre era un apasionado de la pintura y por la música. Su hermano Serguei Korovin fue un notable pintor realista, y un tío suyo Ilarión Pryanishnikov fue un destacado pintor de la época y maestro en la Escuela de Moscú de Pintura, Escultura y Arquitectura.
Ingresó como alumno en la Escuela de Arte de Moscú en 1875, en la que tuvo como maestros a Vasili Perov y Alexei Savrasov. Durante su estancia en la Academia hizo una gran amistad con ambos que duraría toda la vida.
En 1881 y 1882, asistió a la Academia Imperial de las Artes en San Petersburgo, pero volvió desalentado a la Escuela de Moscú, donde continuó hasta 1886 como discípulo de Vasili Polenov.
Este último le puso en contacto con el círculo de Abramtsevo de Savva, al que pertenecían Mamontov Víktor Vasnetsov, Apollinary Vasnetsov, Ilya Repin y Mark Antokolsky, entre otros. El amor al pueblo ruso que dicho círculo manifestaba en sus obras se reflejan en la pintura de Korovin, como puede observarse en uno de sus mejores cuadros, “Un idilio nórdico”.
En 1885 trabajó para la Ópera de Mamontov, siendo el autor de los diseños de Aida, de Verdi, Lakmé de Delibes y Carmen de Bizet.
En 1888 viajó a España y París. En España pintó varias obras costumbristas, como ”En el balcón, mujeres españolas Leonor y Amparo”, entre otras.  En París, quedó sorprendido y se apasionó con los impresionistas.
Posteriormente viajó por Rusia, el Cáucaso y Asia Central, exponiendo con Peredvizhniki. Tras este viaje, a partir de 1888, las obras que creó, muestran la fascinación que le produjo conocer los grandiosos paisajes nórdicos, pintando un gran número de ellos: “Puerto noruego”, “Arroyo de San Trifón en Pechenega”, “Hammerfest: Aurora Borealis” y “La costa de Múrmansk”, entre otros.
En la década de 1890 se unió al grupo artístico Mir Iskusstva.
En 1894 realizó un segundo viaje al Norte de Europa, donde continuó pintando paisajes, sobre todo de la costa de Múrmansk. Los cuadros de Korovin de esta época, que caracterizan la pintura de la década de 1890, son perfectamente identificables por su delicada y la forma de mezclar los tonos grisáceos.
Durante este viaje se estaba construyendo el Ferrocarril del Norte, del que tomó numerosos apuntes que utilizó para una exposición sobre el evento que recorrió toda Rusia en 1896.
En 1900 diseñó la sección de Asia Central del Pabellón del Imperio Ruso en la Exposición Universal de París de 1900, en la que fue premiado con la Legión de Honor por el gobierno francés.
En los inicios del siglo XX se trasladó a San Petersburgo para trabajar en el Teatro Mariinsky, revolucionando el estilo del decorado escénico. Diseñó un decorado anímico, que transmitía las emociones generales de la representación, a diferencia de los tradicionales que sólo indicaban el lugar de la acción.
Hizo el diseño escénico para producciones del Teatro Mariinsky como Fausto, en 1899, “El caballito jorobado” en 1901, “Sadko” en 1906, que se hicieron famosos por su expresividad.
En 1905 se convirtió en académico de Pintura, y de 1909 a 1913 fue profesor de la Escuela de Moscú de Pintura, Escultura y Arquitectura.
Uno de los temas favoritos de Korovin fue la ciudad de París: “Café de París”, “Cafe de la Paix”, “La Plaza de la Bastilla”, “París de noche”, “Le Boulevard Italien” “Carnaval nocturno” “París por la tarde”.
Durante el transcurso de la Primera Guerra Mundial Korovin trabajó como asesor de camuflaje en los cuarteles de uno de los ejércitos rusos y a menudo se le vio en la línea del frente. Tras la revolución continuó trabajando en el teatro, diseñó el escenario para óperas de Wagner: “Las Walkirias” y “Sigfrido”, y de Thaikovski, “El Cascanueces”.
En 1913 marchó a París para buscar tratamiento de una dolencia cardíaca y para un hijo que tenía disminuido  Estaba previsto que durante esa estancia francesa se celebraría una gran exposición, pero las obras fueron robadas y Korovin quedó en la ruina.
Se dedicó a pintar una serie de obras con escenas del invierno y de los boulevares de París para poder sobrevivir.
Durante los último años de su vida trabajó en la decoración de los más importantes teatros de Europa, Estados Unidos, Asia y Australia. El más famoso de ellos fue el que diseñó para la Ópera de Turín de “El gallo de oro”, de Rimski-Kórsakov.
Murió en París, el 11 de septiembre de 1939.
Fuentes:
Nota: La propiedad intelectual de las imágenes que aparecen en este blog corresponde a sus autores y a quienes éstos las hayan cedido. El único objetivo de este sitio es divulgar el conocimiento de estos pintores, a los que admiro, y que otras personas disfruten contemplando sus obras.






































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