Surrealismo japonés con una
cruda y amarga visión del hombre en una sociedad que lo despersonaliza,
convirtiéndolo en poco más que un engranaje al servicio del consumo y la
producción. Rostros inexpresivos que parecen ser siempre el mismo, con una
pátina de desolación y melancolía.
Tetsuya Ishida fue un pintor
japonés nacido en Yaizu, Shizuoka, en 1973, conocido por su retrato surrealista
de la vida cotidiana japonesa. Se presume que se suicidó en 2005 a saltar de un
tren.
Asistió a la Yaizu Central
High School hasta su graduación en 1992. Ishida contó en entrevistas que fue
durante este período cuando sus padres y el director lo presionaron para que
tuviera un rendimiento académico lo bastante bueno como para desarrollar una
carrera de química o un profesorado. Esta experiencia aparecería más tarde en
sus pinturas, que exploran las expectativas sociales de los jóvenes.
Entró en la Universidad de
Musashino, donde se graduó en Diseño de Comunicaciones Visuales en 1996. Los
padres de Ishida, en desacuerdo con su elección de carrera, se negaron a
financiarlo durante el período universitario, cosa que Ishida recordaba con
humor en sus escasas entrevistas.
Ishida y el director Isamu
Hirabayashi, un amigo de la universidad, formaron una compañía multimedia para
trabajar juntos como colaboradores en proyectos que fusionaban cine y arte.
Tras experimentar dificultades económicas durante la recesión del Japón en los
'90, su empresa conjunta se convirtió en una empresa de diseño gráfico. Ishida
dejó la compañía para desarrollar su carrera como artista en solitario.
Entre 1997 y 2005 fue llegando
a un público cada vez mayor, realizó algunas exposiciones y recibió críticas
positivas sobre su obra, lo que le permitió trabajar como artista a tiempo
completo hasta su muerte, que ocurrió el 23 de mayo de 2005 en el paso a nivel
de Machida, Tokyo, en circunstancias nunca suficientemente esclarecidas. Tenía
31 años.
La obra de Ishida aborda
principalmente tres temas: la identidad de Japón y su rol en el mundo actual,
las estructuras sociales y de educación académica, y la lucha de los japoneses
para adaptarse a los cambios sociales y tecnológicos en la vida contemporánea.
Transmite aislamiento,
ansiedad, crisis de identidad, escepticismo, claustrofobia y soledad. Su incursión
en estos temas se realiza a través de escolares y hombres de negocios
convertidos en engranajes de producción y retratando a gente joven, en su
mayoría hombres, como físicamente integrados con objetos domésticos cotidianos;
un lavabo, un radiador, una pila o un escritorio. Sus personajes tienen rostros
que recuerdan al de Ishida. La similitud sugiere que son obras autobiográficas,
pero Ishida lo negó siempre firmemente.
Ishida compartía anécdotas
de sus padres expresando el desconcierto que les producía su estilo artístico y
la naturaleza oscura de su obra. Su madre estaba particularmente molesta por
uno de sus autorretratos que ella percibía como demasiado oscuro, pero él le
aseguraba que estaba feliz, porque sentía que podía comunicarse mejor a través
de su pintura de lo que lo hacía en persona. Más tarde contó que sus padres
terminaron por aceptar su trabajo como parte de su personalidad y que ellos,
particularmente su padre, fueron capaces de apreciar sus obras aún cuando no
comprendían su arte.
Fuentes:
Nota: La propiedad intelectual de las imágenes que aparecen en este blog
corresponde a sus autores y a quienes éstos las hayan cedido. El único objetivo
de este sitio es divulgar el conocimiento de estos pintores, a los que admiro,
y que otras personas disfruten contemplando sus obras.
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