Amaya Gurpide (Pamplona, 1974) llegó a Nueva York en 1999
siguiendo los pasos del pintor Mikel Esparza, quien la formó artísticamente
para estudiar en dos de las mejores academias privadas de Bellas Artes de la
ciudad: The National Academy of Design y The Art Students League of New York.
"En ambas escuelas (The National
Academy of Design y The Art Students League of New York) he estado en contacto
con estudiantes, gente de todos los lugares del mundo y de todo tipo de etnias,
que contribuyen a formar un verdadero lugar de confluencia e intercambio de
culturas, el ambiente idóneo en una academia de bellas artes. Es realmente
increíble que además de poderte comunicar con ellos en un idioma común que es
el inglés, puedas llegar a compartir ideas, discutir sobre temas de arte y,
sobre todo, crear nuevas amistades.
Durante este tiempo, y
gracias a las ayudas que me ofrecieron las escuelas, tomé la decisión de
ampliar mis conocimientos de pintura y complementarlos con una formación en
escultura, dibujo y grabado, con los que poco a poco fui adquiriendo mayor
dominio de técnica. Con el paso del tiempo mi pintura ha ido creciendo y
comienza a hablar a través de cada cuadro con un lenguaje propio, más rico y
personal.
Desde el comienzo de esta
carrera personal, mi pintura se ha ido adentrando en un interesante proceso, en
el que mi mayor triunfo ha sido poderme valer de ella para llegar a expresarme
pictóricamente sin miedo alguno.
En cada uno de mis lienzos
se pueden observar tratamientos diferentes, reflejando claramente la influencia
de los profesores que han marcado de manera considerable el transcurso de mi
trabajo. El tema central es la figura.
El interés por realizar este tipo de pintura hoy en día, a pesar de los muchos detractores que la misma genera, se debe a una necesidad vital por retratar el mundo que sucede a nuestro alrededor, de retratar gente cualquiera que vemos normalmente pasear por la calle a nuestro lado o en el metro, en el día a día.
El interés por realizar este tipo de pintura hoy en día, a pesar de los muchos detractores que la misma genera, se debe a una necesidad vital por retratar el mundo que sucede a nuestro alrededor, de retratar gente cualquiera que vemos normalmente pasear por la calle a nuestro lado o en el metro, en el día a día.
Creo que así como en
pintores como Velázquez o Sargent, entre otros, o en el pintor figurativo de
hoy en día (como Antonio López o Lucian Freud) existe esa misma ansiedad por
retratar lo que acontece a nuestro alrededor, por relatar nuestra vida usando
la imagen de personas allegadas o tal vez personas desconocidas, de las que nos
servimos para transmitir un mensaje concreto a través de nuestra obra.
Por ello me decidí a pintar
personas. Empecé a preocuparme por lo que había tras esas caras, a tratar de
arrancarlo de algún modo con el pincel para plasmarlo en mi lienzo como un
estudio psicoanalítico de la persona, siempre buscando una historia de fondo
que dé sentido al cuadro.
Sin ninguna duda el hecho de
trabajar del natural ofrece al pintor la mejor respuesta en cuanto a colores,
formas, valores pictóricos y, especialmente, sensaciones visuales. Pero lo más
esencial, que es por lo que podemos hablar de pintura y no de fotografía, es
que pintando del natural se obtiene un tipo de relación pintor-modelo
verdaderamente intensa, que se crea a medida que vas trabajando, conociendo a
la persona y moldeando con color la figura. Esta presencia humana tiene un
efecto directo en ti, se va traduciendo al lienzo a golpes de brocha o
espátula, y va cobrando cuerpo hasta llegar a tener, casi por instantes, vida
propia.
Con la pintura puedes ser
capaz de captar hasta un pequeño gesto de la cara que tiene lugar en segundos,
una mirada, un sentimiento, incluso un pensamiento que muy a menudo suele
reflejarse en la expresión del rostro. Lo más maravilloso es que con tus manos,
y gracias al color y a tu sensibilidad, puedas llegar a recrear estas
sensaciones en un lienzo, para que más tarde puedan ser sentidas y
reinterpretadas por otras personas.
Aparentemente es un lienzo,
una tela con pasta de color al óleo... pero hay que saber sentirla para
ordenarla o desordenarla y crear esa tercera dimensión y sobre todo ese
sentimiento respirando en ella. No se trata sólamente de pintura.
Cuando pinto, mi mayor interés se centra en retratar el alma de las personas, la cual pretendo que aparezca siempre palpitando en el lienzo; el resto es mi más sincera interpretación de la realidad."
Cuando pinto, mi mayor interés se centra en retratar el alma de las personas, la cual pretendo que aparezca siempre palpitando en el lienzo; el resto es mi más sincera interpretación de la realidad."
Amaya Gurpide
Fuentes:
Nota: La propiedad intelectual de las imágenes que aparecen en este blog
corresponde a sus autores y a quienes éstos las hayan cedido. El único objetivo
de este sitio es divulgar el conocimiento de estos pintores, a los que admiro,
y que otras personas disfruten contemplando sus obras.
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