Sebastiano Luciani, conocido
artísticamente como Sebastiano del Piombo, apodo que debe al puesto que ocupó,
desde 1531, como encargado de los sellos de plomo del Estado Vaticano, nació en
Venecia hacia 1485.
Fue uno de los pintores más
notables e influyentes del Alto Renacimiento y el manierismo Italiano. Tuvo
como maestros a Giovanni Bellini, «Giambellino» y Giorgione, influencia que es
patente en su producción más temprana, fechada a partir de 1505, obra que ya
sorprende por la innovación de sus composiciones e iconográfías.
En obras como el «Juicio de
Salomón», actualmente en la Bankes Collection, Kingston Lacy, «San Juan
Crisóstomo con santos» en San Juan Crisóstomo, en Venecia, las puertas del
órgano de la iglesia de San Bartolomé en Rialto o «Salomé» en la National
Gallery de Londres, situaron a del Piombo como pintor veneciano más influyente
y con más talento, una vez muerto Giorgione en 1510 y antes de la definitiva
irrupción de Tiziano.
En agosto de 1511 fue
invitado por de Agostino Chigi para trasladarse a Roma, donde pasaría, salvo
breves ausencias, el resto de su vida.
Entre 1511 y 1527 se sitúa
el periodo más fecundo de su carrera. Su primer trabajo romano fue la
decoración al fresco de los lunetos de la loggia del jardín de la villa de
Chigi, llamada más tarde «La Farnesina», entre los que destaca Polifemo,
pintados a la manera giorgionesca, sin dibujo previo.
Sobre 1512 pintó un retrato
del Cardenal Ferry Carondelet con su secretario, actualmente en el Museo
Thyssen-Bornemisza, de Madrid, donde por primera vez en Italia, el modelo se
encuentra desarrollando una ocupación, y «La muerte de Adonis», en Galería de
los Uffizi de Florencia, obras en la que es evidente su conocimiento de los
trabajos de Michelangelo Buonarroti y Rafael Sanzio.
Hay constancia de que Miguel
Ángel le suministró diseños para las pinturas de la capilla Borgherini en San
Pietro in Montorio, Roma, y para la «Resurrección de Lázaro», en la National
Gallery, Londres, encargada en 1516 por el cardenal Julio de Médicis, futuro
Clemente VII, en competición con «la Transfiguración», de Rafael, tras cuya
muerte en 1520 dejó a Sebastiano como el mejor pintor de Roma.
Tras el breve papado de
Adriano VI, fue elegido Clemente VII, el cual reforzó aún más la posición del
pintor, quien para entonces había asentado su prestigio también entre la
comunidad española.
En 1516 había realizado para
el embajador Vich un tríptico cuya pieza central, «Entierro de Cristo»,
conservado en L’Hermitage y un lateral que se conserva en el Museo del Prado
de Madrid, el «Descenso de Cristo al Limbo».
Hacia 1524-1526 pintó para
Gonzalo Díez de Lerma la «Sagrada Familia» que se puede visitar en la catedral
de Burgos. Entre ambas fechas se data uno de sus «Cristo con la cruz a
cuestas», (en el Museo del Prado), también para Vich.
En estas obras el influjo
veneciano inicial queda atemperado por la influencia de Buonarotti,
percibiéndose una paulatina reducción y oscurecimiento de la gama cromática y
un creciente interés por la monumentalidad y gestualidad de las figuras.
Sebastiano abandonó Roma
tras el Saco y se trasladó a Mantua y Venecia. De vuelta a Roma en 1529, obtuvo
en 1531 el puesto de guardián de los sellos papales, del que deriva su apodo
«Piombo», cargo que le obligaba a acompañar al papa donde fuere.
Giorgio Vasari señala que
Sebastiano se tornó perezoso, algo que se demuestra por la disminución en su
producción tras esa fecha, aunque no así la calidad de sus obras, que sigue
siendo magnífica en sus obras tardías, sorprendentes sobre todo por su austero
dramatismo y simplicidad formal.
En 1532 pintó por encargo de
Ferrante Gonzaga una impresionante «Piedad» para Francisco de los Cobos sobre
pizarra, técnica que desarrolló desde 1530, cuya propietaria es la Casa Ducal
de Medinaceli, en depósito en el Museo del Prado, y en 1537 «Cristo con la
cruz a cuestas», en el Museo de L’Hermitage de San Petersburgo.
Sus obras nos ofrecen una
síntesis que engloba el color de la Escuela de Venecia y la monumentalidad en
las figuras de la Escuela de Roma.
En su trayectoria, podemos
distinguir tres fases: sus primeras obras nos muestran un colorido que recuerda
a los maestros venecianos, como Giovanni Bellini «Giambellino» y Giorgione; una
primera etapa romana, a cuya ciudad había llegado en 1511, en el que asimila y
es influenciado fuertemente por Rafael Sanzio y Miguel Angel, y una segunda, en
la que hay una evolución en sus escenas, son más severas y esenciales, para dar
consistencia a la reciente reforma de la Iglesia Católica promovida en el Saco
de Roma en 1527, plasmadas más tarde en el Concilio de Trento.
Sebastiano, trabajó por
encargo de los personajes más notables e influyentes de su tiempo: papas,
banqueros, embajadores, y nobles, ejerciendo también una poderosa influencia
sobre otros pintores manieristas, en el Bronzino, y en muchos pintores
españoles de su época.
Fuentes:
Nota: La propiedad intelectual de las imágenes que aparecen en este blog
corresponde a sus autores y a quienes éstos las hayan cedido. El único objetivo
de este sitio es divulgar el conocimiento de estos pintores, a los que admiro,
y que otras personas disfruten contemplando sus obras.
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