viernes, 26 de junio de 2020

Sebastiano del Piombo (1485 - 1547)


Sebastiano Luciani, conocido artísticamente como Sebastiano del Piombo, apodo que debe al puesto que ocupó, desde 1531, como encargado de los sellos de plomo del Estado Vaticano, nació en Venecia hacia 1485.
Fue uno de los pintores más notables e influyentes del Alto Renacimiento y el manierismo Italiano. Tuvo como maestros a ­Giovanni Bellini, «Giambellino» y Giorgione, influencia que es patente en su producción más temprana, fechada a partir de 1505, obra que ya sorprende por la innovación de sus composiciones e iconográfías.
En obras como el «Juicio de Salomón», actualmente en la Bankes Collection, Kingston Lacy, «San Juan Crisóstomo con santos» en San Juan Crisóstomo, en Venecia, las puertas del órgano de la iglesia de San Bartolomé en Rialto o «Salomé» en la National Gallery de Lon­dres, situaron a del Piombo como pintor veneciano más influyente y con más talento, una vez muerto Giorgione en 1510 y antes de la definitiva irrupción de Tiziano.
En agosto de 1511 fue invitado por de Agostino Chigi para trasladarse a Roma, donde pasaría, salvo breves ausencias, el resto de su vida.
Entre 1511 y 1527 se sitúa el periodo más fecundo de su carrera. Su primer trabajo romano fue la decoración al fresco de los lunetos de la loggia del jardín de la villa de Chigi, llamada más tarde «La Farnesina», entre los que destaca Polifemo, pintados a la manera giorgionesca, sin dibujo previo.
Sobre 1512 pintó un retrato del Cardenal Ferry Carondelet con su secretario, actualmente en el Museo Thyssen-Bornemisza, de Madrid, donde por primera vez en Italia, el modelo se encuentra desarrollando una ocupación, y «La muerte de Adonis», en Galería de los Uffizi de Florencia, obras en la que es evidente su conocimiento de los trabajos de Michelangelo Buonarroti y Rafael Sanzio.
Hay constancia de que Miguel Ángel le suministró diseños para las pinturas de la capilla Borgherini en San Pietro in Montorio, Roma, y para la «Resurrección de Lázaro», en la National Gallery, Londres, encargada en 1516 por el cardenal Julio de Médicis, futuro Clemente VII, en competición con «la Transfiguración», de Rafael, tras cuya muerte en 1520 dejó a Sebastiano como el mejor pintor de Roma.
Tras el breve papado de Adriano VI, fue elegido Clemente VII, el cual reforzó aún más la posición del pintor, quien para entonces había asentado su prestigio también entre la comunidad española.
En 1516 había realizado para el embajador Vich un tríptico cuya pieza central, «Entierro de Cristo», conservado en L’­Hermitage y un lateral que se conserva en el Museo del Prado de Madrid, el «Descenso de Cristo al Limbo».
Hacia 1524-1526 pintó para Gonzalo Díez de Lerma la «Sagrada Familia» que se puede visitar en la catedral de Burgos. Entre ambas fechas se data uno de sus «Cristo con la cruz a cuestas», (en el Museo del Prado), también para Vich.
En estas obras el influjo veneciano inicial queda atemperado por la influencia de Buonarotti, percibiéndose una paulatina reducción y oscurecimiento de la gama cromática y un creciente interés por la monumentalidad y gestualidad de las figuras.
Sebastiano abandonó Roma tras el Saco y se trasladó a Mantua y Venecia. De vuelta a Roma en 1529, obtuvo en 1531 el puesto de guardián de los sellos papales, del que deriva su apodo «Piombo», cargo que le obligaba a acompañar al papa donde fuere.
Giorgio Vasari señala que Sebastiano se tornó perezoso, algo que se demuestra por la disminución en su producción tras esa fecha, aunque no así la calidad de sus obras, que sigue siendo magnífica en sus obras tardías, sorprendentes sobre todo por su austero dramatismo y simplicidad formal.
En 1532 pintó por encargo de Ferrante Gonzaga una impresionante «Piedad» para Francisco de los Cobos sobre pizarra, técnica que desarrolló desde 1530, cuya propietaria es la Casa Ducal de Medina­celi, en depósito en el Museo del Prado, y en 1537 «Cristo con la cruz a cuestas», en el Museo de L’Hermitage de San Petersburgo.
Sus obras nos ofrecen una síntesis que engloba el color de la Escuela de Venecia y la monumentalidad en las figuras de la Escuela de Roma.
En su trayectoria, podemos distinguir tres fases: sus primeras obras nos muestran un colorido que recuerda a los maestros venecianos, como Giovanni Bellini «Giambellino» y Giorgione; una primera etapa romana, a cuya ciudad había llegado en 1511, en el que asimila y es influenciado fuertemente por Rafael Sanzio y Miguel Angel, y una segunda, en la que hay una evolución en sus escenas, son más severas y esenciales, para dar consistencia a la reciente reforma de la Iglesia Católica promovida en el Saco de Roma en 1527, plasmadas más tarde en el Concilio de Trento.
Sebastiano, trabajó por encargo de los personajes más notables e influyentes de su tiempo: papas, banqueros, embajadores, y nobles, ejerciendo también una poderosa influencia sobre otros pintores manieristas, en el Bronzino, y en muchos pintores españoles de su época.
Fuentes:
Nota: La propiedad intelectual de las imágenes que aparecen en este blog corresponde a sus autores y a quienes éstos las hayan cedido. El único objetivo de este sitio es divulgar el conocimiento de estos pintores, a los que admiro, y que otras personas disfruten contemplando sus obras.




































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