Balthasar Kłossowski de Rola
(Balthus) nació en París, el 29 de febrero de 1908. Perteneció a una de las
familias de la élite cultural parisina, de asecendencia polaco-francesa; su
padre era Erich Klossowski, destacado historiador de arte, y su madre Elisabeth
Dorothea Spiro, conocida como Baladine Klossowska.
En 1967 la Tate Gallery de
Londres organizó una exposición de Balthus y pidió al artista que esbozara los
datos biográficos que deseara incluir en el catálogo. A lo que él respondió:
"La mejor manera de comenzar es decir: Balthus es un pintor del cual no se
sabe nada. Y, ahora, contemplemos sus obras". Al seguir el consejo de
Balthus y contemplar sus obras nos damos cuenta de que todo lo que habría que
saber está en ellas. Las pinturas de Balthus respiran plácidas. Algo que no
sucederá nunca está a la espera, retraído en el mundo, aparte del silencio y la
soledad.
A lo largo de su carrera,
Balthus rechazó las convenciones habituales del mundo del arte. El gran talento
de Balthus como pintor era hacer parecer un cuerpo simultáneamente etereo y
sólido, un truco que aprendió del pintor renacentista Piero della Francesca, de
sus vírgenes columnares y sus ángeles.
Algo importante que comentar
sobre Balthus. La historia del niño y el gato, Mitsou, que contiene su libro de
dibujos, no será más que la antesala a la creación de un símbolo que persistirá
a lo largo de toda su vida. El gato es el alter ego de Balthus, su doble
inconfesado. Es el elemento simbólico que lo suspenderá eternamente en el
tiempo de la infancia.
Mitsou, anuncia el mundo
infantil al que Balthus no renunciará nunca, a la vez que funciona como
arquetipo que representa el animal que habita en nuestra naturaleza. El gato es
una criatura sensual, escurridiza, furtiva, que puede domesticarse, pero su
condición salvaje y depredadora, no cesará nunca. La paciencia de los gatos
guarda una relación con el tiempo, están a la espera, al acecho de la hora
inmóvil. Tanto los gatos como los otros personajes que aparecen en las obras de
Balthus, son presencias fantasmales. Baudelaire ve la hora en los ojos de los
gatos: "En el fondo de sus ojos adorables veo siempre la hora claramente,
siempre la misma, una hora ancha, solemne, grande como el espacio, sin
divisiones de minutos ni de segundos: una hora inmóvil que no marcan los
relojes”.
Fuentes:
Nota: La propiedad intelectual de las imágenes que aparecen en este blog
corresponde a sus autores y a quienes éstos las hayan cedido. El único objetivo
de este sitio es divulgar el conocimiento de estos pintores, a los que admiro,
y que otras personas disfruten contemplando sus obras.
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