Eduardo Arroyo Rodríguez
nació en Madrid, el 26 de febrero de 1937. Dentro del estilo figurativo, es una
figura clave de la figuración narrativa, llamada Neofiguración o Nueva
Figuración. También está vinculado al Pop-Art.
En 1957, tras finalizar la
carrera de Periodismo, marchó a París, como tantos otros artistas e
intelectuales. Aunque su vocación inicial era escribir, comenzó a realizar
escarceos con el dibujo que serían definitivos en su vida. Durante un tiempo
simultaneó la pintura con la escritura, pero ya en 1960, vivía de la primera.
Practicó en estos años una
pintura en la que expresaba una dura crítica a las dictaduras políticas
europeas y las artísticas, que provocaron no pocas controversias.
Se inclinó hacia escenas en
las que aludía la “España Negra” (toreros, bailarinas…), exentas de
románticismo y en clave cáustica; ridiculizaba y reinterpretaba los tópicos españoles
con toques surrealistas, en los años que la abstracción dominaba de forma
aplastante en París. Un ejemplo claro de estas obras es su “Caballero español”,
de 1970, en el que el protagonista posa con un vestido de noche, y que actualmente
se puede ver en el Centro Georges Pompidou de París.
Inicialmente utilizaba el
uso matérico del color, para más adelante inclinarse hacia la técnica propia
del Pop-Art, con colores muy vivos y pincelada lisa, siendo un ejemplo su
“Robinson Crusoe”. La mayor parte de sus obras se caracterizan por la ausencia
generalizada de profundidad espacial y el aplanamiento de la perspectiva.
En 1960 expuso en la muestra
colectiva del Salón de la Joven Pintura, pero su despegue definitivo fue en la
III Bienal de París, en la que presentó el políptico “Los cuatro dictadores”,
con cuatro efigies de dictadores europeos, que provocó las protestas del
gobierno español.
En 1963 Arroyo montó una
muestra en la galería Biosca de Madrid, que tuvo que inaugurarse sin su
asistencia, porque debió huir a Francia perseguido por la policía, mientras que
la exposición se censuró y cerró en unos días.
En 1964 participó en la
muestra “Mitologías diarias”, fundadora del movimiento de la figuración
narrativa, en el Museo de Arte Moderno de París. El el año siguiente participó
en la muestra “La figuración narrativa en el arte contemporáneo”, en la que
presentó con Gilles Aillaud y Recalcati el políptico “Vivir y dejar morir o el
fin trágico de Marcel Duchamp“, actualmente en el Museo Reina Sofía, que
constituyó el manifiesto de este movimiento.
No obstante su pintura
seguía sin ser definitivamente aceptada en la capital francesa, sus mejores
clientes eran italianos, que le ayudaron a sobrevivir esos años.
Rechazaba la devoción
incondicional por algunos vanguardistas, como Marcel Duchamp y Joan Miró, que
consideraba impuesta por modas. Pero aunque le han etiquetado de reaccionario,
es doblemente rebelde en realidad: desmitifica a los grandes maestros y
defiende el papel del mercado como protector y termómetro del arte, frente a la
red de museos e influencias sufragada con el dinero público.
En 1974 fue expulsado de
España por el régimen, recuperando su pasaporte tras la muerte de Franco, en
1976. No obstante su despegue definitivo en España se demoraría hasta
principios de la década de 1980.
En 1982 se le otorgó el
Premio Nacional de Artes Plásticas de España, en desagravio por el olvido
sufrido hasta entonces. Ese mismo año, el Centro Pompidou de París le dedicó
una retrospectiva. Dicho museo posee otra notable pintura: “Dichosos quién como
Ulises I”, de 1977.
Comenzó su andadura como
escenógrafo en 1982 con el cineasta Klaus Grüber, a la que siguieron en 1982,
“La vida es sueño”, de Calderón de la Barca, dirigida por José Luis Gómez. En
1999 montó también con Grüber la ópera “Tristán e Isolda”, de Wagner, en el
Festival de Salzburgo. También ha practicado la escultura, realizado carteles e
ilustraciones de libros.
En 2000 le fue concedida la
Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes por el Ministerio de Educación,
Cultura y Deporte.
Su obra está representada en
las más importantes Salas y Museos de Arte Contemporáneo. El Museo Reina Sofía
de Madrid alberga trece de sus obras.
El Museo de Bellas Artes de
Bilbao, que le dedicó una muestra. Dicho museo posee la obra “El camarote de
los hermanos marxistas”, que mezcla cine y comunismo, dos de sus temas
recurrentes.
Fuentes:
Nota: La propiedad
intelectual de las imágenes que aparecen en este blog corresponde a sus autores
y a quienes éstos las hayan cedido. El único objetivo de este sitio es divulgar
el conocimiento de estos pintores, a los que admiro, y que otras personas
disfruten contemplando sus obras.
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