martes, 8 de octubre de 2019

Juan Béjar


Nace en Málaga en 1946. En 1964 viaja a Alemania y reside en Nüremberg varios años. Elegido académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de San Telmo en 1978, cargo del que dimite un año después.
Caritas transparentes, casi siempre hinchadas, con generosas papadas. Ojos oscuros que muestran poca o ninguna emoción. Boquitas autosatisfechas, rizos, trajes perfectos Tales son los retratos infantiles del pintor español Juan Béjar. Pero no son retratos reales; no réplicas de personas reales sino metáforas.
Béjar, al igual que Pablo Picasso, nació en Málaga; pero mientras que Picasso se mudó a París a una edad temprana para nunca volver, Béjar es hasta hoy un hombre de Málaga. Es un artista de gran reputación en su país de nacimiento. En España hay una lista de espera para su trabajo, lo que hace que Béjar se sienta orgulloso pero al mismo tiempo estresado. Su producción es limitada debido a la inmensa cantidad de trabajo realizado en cada pintura.
Sus "hijos" casi siempre miran directamente al frente, inmóviles. Parecen estar mirándonos y, al mismo tiempo, su mirada nos paraliza. A veces parecen ser muñecos inexpresivos, que miran fijamente; sus cabezas envejecidas están lejos de ser infantiles. Se paran rígidos y estáticos o se sientan con sus pequeñas piernas delante de ellos, vestidos con elegantes atuendos como adultos en miniatura. Me recuerdan a la Infanta Margarita de "Las Meninas" (1656) de Velázquez.
Es curioso que los niños de Béjar tengan el pelo rubio, casi dorado, como la joven Margarita... un detalle técnico por el cual el pintor obtiene un contraste total de belleza. Si te acercas a la pintura ves en el cabello motivos celtas o árabes que intensifican su viveza.
Pero hay más. Al mismo tiempo, estas figuras tienen un cierto parentesco con la enana a la derecha de Margarita. En la corte española estos "enanos" eran muy populares. Fueron adoptados como curiosidades. La apariencia de "bufón" de las figuras de Béjar se ve acentuada por una multitud de pequeños arcos y decoraciones. Estos adornos externos son de una perfección que contrasta con la falta de emoción de sus portadores. Aunque tienen juguetes como un aro, una cuerda para saltar o una caja de construcción, no dan señales de saber cómo usarlos. El juego requiere fantasía, espontaneidad, creatividad.
Fuentes:
Nota: La propiedad intelectual de las imágenes que aparecen en este blog corresponde a sus autores y a quienes éstos las hayan cedido. El único objetivo de este sitio es divulgar el conocimiento de estos pintores, a los que admiro, y que otras personas disfruten contemplando sus obras.








































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